Hola de nuevo,
Había dejado en el abandono esta página. El tiempo se pasa muy rápido cuando hay cosas por hacer y eso sucedió en los últimos días en Monterrey. Tengo algunas historias que he escrito y voy a ir editando, agradezco su paciencia porque no siempre encuentro oportunidad de sentarme a la compu ahora que mi vida ha dado un giro y me dedico principalmente a ser mamá y atleta por necesidad. Esto de la caminada me tiene adolorida del cuerpo pero feliz de espíritu, se siente muy bien poder moverse para todas partes sin necesidad de carro, sentir el aire a veces fresco otros días helado, es sentirse vivo. Mañana llega mi bicicleta y esa será otra historia, tengo muchas ganas de poder comenzar mis paseos por la ciudad. Para los niños pensamos comprar un child trailer, algo así como un buggy que se amarra a la bici y los lleva cómodamente sentados y protegidos de lluvia y viento. En fin, antes de comenzar con esa historia, permíteme relatarte cómo fue el viaje inicial... si te aburres, ya sabes, ahí está la TV.
Crónica de una despedida muy aplazada y un viaje muy anunciado.
El viernes 16 de diciembre pintaba ya desde hace tiempo como un día muy atareado. A las 10 de la mañana debía ir a la Facultad para aplicar mi último examen. Llegué y después de instalar la evaluación (y confirmo, era LA evaluación porque sólo era una alumna la que iba a presentar) me dirigí a mi oficina para comenzar a empacar los libros, exámenes, documentos y otras chácharas que guardo ahí. De ratito me llaman para decirme que una persona, a la que había estado buscando días atrás y que me urgía contactar para dejar cuentas claras en una librería, estaba en persona ahí en la Facultad para verme... uchale, me dije, inche ley de Murphy. Pues bien, como era parte de mis pendientes, lo recibí y hablamos business bla bla bla y no sé cómo chingaos ni en qué momento, el buen hombre comenzó a desahogarse ahí conmigo sobre los malos tratos y abusos hacia su persona por parte del personal de contabilidad y finanzas de su empresa... me sentí como en los capítulos de Charlie Brown, él movía los labios y yo escuchaba nananana nananana bla bla bla (¿a qué hora se va a ir?, decía yo por dentro, así que no me quedó de otra mas que aplicar mi super capacidad femenina de hacer más de dos cosas a la vez. Mientras él hablaba, además de prestarle atención, iba repasando en mi mente una lista de pendientes y visualizaba las cosas que iba a guardar, donde las pondría y qué iba a eliminar. Así fue como con gusto lo despaché y me dispuse a seguir, entre que le iba a dar la vuelta a la alumna y regresaba me topaba con otros maestros me decía, "Mariana, ni te detengas a despedirte que tienes muchas cosas por hacer" y así lo hice con casi todos, (para aquellos aludidos, una disculpa, esos no son los modales que me enseñaron en mi casa, tuve que aplicar unos de emergencia). Más tarde y para mi grata sorpresa, estaba a mi puerta nada más y nada menos que el legendario Teacher Balderas, alias el Tigre Balderas. Tenía tanto de no verlo que no pude cerrarle la puerta de un golpe, lo recibí, le di su abrazo, porque él sabe que es verdad que lo aprecio y sé que el me quiere como a una hija. El detalle estuvo en que no sólo fue a saludar, sino que se instaló y llegó a platicarme de este último año en su vida, fue algo así como 4 bodas y un funeral, sólo que al revés... me dijo de no varios parientes suyos que habían fallecido en este último año. Sinceramente me hubiera encantada sentarme a platicar con él, pero no en ese momento, estaba que me volvía loca de las prisas y él con tiempo de sobra, no coincidimos, que pena. Bueno ahí si apliqué los modales que me enseñaron en mi casa y es que a las personas mayores hay que escucharlas. Afortunadamente mi alarma entró al quite y tuve que irme a recoger el examen que estaba aplicarndo, "nos vemos al ratito Teacher", él se levantó y los dos salimos de ahí. Firma firma firma, copias, reportes, mails y listo, ya no quedaban pendientes que no pudieran ser resueltos con un mail desde York. Al bajar al patio central, me encuentro con que más de la mitad del personal de la Facu estaba ahí, festejando en la posada... zaz, ¿cómo no voy a decir adiós?, me pregunté, así que me acerqué al micrófono y muy valiente dije "hello, good afternoon" sí tu, muy bien... y que digo "tomo el micrófono para aprovechar que están todos aquí, para decirles que... que... que... y bueno, algo extraño sucedió en cosa de segundos, se me fue la voz, comenzé a sonreir y luego a reírme y luego a llorar. Eva Norma se acercó y dijo "es que ya se va" y buaaaa que se me salen a chorros las de cocodrilo... bueno, me quería desaparecer de ahí, no por pena de que me vieran llorar, eso no me molesta, era por la cantidad de emociones que se destaparon y que me dejaron sin saber qué hacer. Con esfuerzo logré decirles "espero verlos con bien a todos a nuestro regreso, esta escuela es mi segunda casa y los llevo en el corazón"... y solté el micro, intenté hacer contacto visual con cuantos pude, diciendo con mi mirada, "nos vemos pronto" y me salí sin voltear atrás. En el camino a casa terminé de llorar las lagrimillas que se me habían quedado atoradas y se me quitó un poco el dolor de garganta. Obvio que al llegar a casa mi madre notó que había llorado y no se necesitó nada más para hacer que en ella también brotaran unas cuantas, sólo nos abrazamos y no dijimos nada. Me acompañó a comprar la última maleta, regresamos y en friega a seguir empacando. Un poco más tarde llegaron mis compadres Paco y Elena con los niños y detrás de ellos familia y más amigos que se lanzaron a decirnos adiós. Mis papás organizaron una carnita asada de despedida y aunque quería estar ahí con ellos debía terminar de empacar. Bajaba, me sentaba y platicaba un ratito con unos, un ratito con otros, quería estar en todas las conversaciones y hacer como que nada iba a cambiar al día siguiente. Subía a empacar dos o tres cosa más, poner a lavar las últimas prendas sucias, descartar, empacar para donar, juntar los juguetes que se llevarían mis hijos... y en mi mente, pensaba en todos los que no había visto para despedirme y que les había prometido que iría a verlos antes de este viaje. "Ya quedé mal con todos, espero que no sean fijados, con o sin visita, los quiero", pensaba en eso y bajaba a convivir con los que estaban ahí en ese momento, luego volvía a las maletas. Mis hermanas y yo no nos decíamos nada, platicábamos como cualquier otro día, no quería yo desencadenar uno de esos momentos de moco tendido, creo que ellas estaban igual. Se comenzaron a despedir y aguanté como las machas, lloré poquito y les dije lo que nunca nos decimos con palabras pero sentimos con el corazón, "te quiero mucho". Mis compadres me ayudaron a bañar a los niños y llevarlos a dormir, yo seguía empacando, descartando, reacomodando para pesar cada maletita buscando no pasarme en los topes de equipaje. Para resumir, terminé de hacer maletas a las 5 de la mañana. Estaba exhausta, debía dormir al menos un par de horas, a las 7:30 llegarían por nosotros.
Sábado 17 de diciembre. Sonó el despertador a las 6:30 y como niña chiquita dije "cinco minutitos por favor"... y esos cinco minutitos se convirtieron en casi una hora. A las 7:20 me levanté, como con un cuete en el trasero me vestí en dos patadas y agradecí que se me hubiera ocurrido haber dormido a los niños ya vestidos y listos para irnos, a fin de cuentas iban vestidos con pijamas. Bajé y ya estaban ahí mis compadres Manuel y Sofía con los muchachos, Tania y Pablo, ya habían instalado los asientos de los niños y ya casi todas las maletas estaban arriba del carro. Dos o tres veces regresé a la recámara a revisar si no olvidaba algo, pensé... "llevo demasiadas cosas, hmmm too late to start unpacking". Ese momento fue difícil, no quería que llegara porque era inevitable sentir tristeza, nostalgia, un crack en mi corazón. Los niños estaban dormidos, así los paseaban de un lado a otro hasta que llegó el momento de subirse al carro y despertaron, justo a tiempo para decir adiós. No lloré mucho y no porque no me doliera, sino porque no quería que mis padres me vieran con cara de tristeza. Mi papá y mi mamá se aguantaron también sus lagrimochas, quise que la despedida fuera rápida y más bien alegre... "firmen todos con afirme, pa' que se ganen un viaje a Londres... allá los espero." Con una sonrisa me despedí de mis compadres, mi sobrinos postizos, mi hermana y mis papás. Iñaki e Iker iban medio dormidos, se habían desvelado mucho y eran poco antes de las nueve cuando iniciamos el viaje. Después de una parada técnica en el banco, a tomar carretera. En el camino, platicando de todo un poco se hizo muy leve el recorrido y cuando menos lo pensamos, ya estábamos por llegar a Reynosa y, gracias a las nuevas tecnologías, mi compadre Paco nos fue informando qué puente tomar. La primera opción, Pharr, resultó estar medio bloqueada, muchísimos trailers en fila y los carros que se regresaban en U, así que hicimos lo mismo y nos arrancamos rumbo a Progreso. Llegamos al puente de Donna y ahí cruzamos. Nuestro carril era el más lento de todos y al llegar con el agente nos dimos cuenta... una ñora de unos 50 años, con toda su pachorra te preguntaba, "a onde va oiga", "de onde viene", "ay los niños, ya stan cansados" (pues sí, más de una hora esperando pa cruzar y usté todavía sacando plática). Le explicamos que ibamos a tramitar permiso de internamiento porque iba a tomar un vuelo internacional "si ta gueno, pase pa'lla en el numero 3 orita va'l agente". Pues bien, paramos frente al numero tres, nos bajamos y comenzaron las preguntas "¿ustedes son esposo?", a lo que contesté "no, somos amigos", "¿desde cuándo se conocen?" (ahí pensé, ah chingá ¿y de cuándo acá te preguntan el historial de amistades?)... me voltea a ver Picoit (así le digo yo de cariño a mi compadre) y me dice "que de dónde nos conocemos, pregunta"... uuuy nos conocemos desde que yo tenía 18 años, es el padrino de mi hijo el mayor (ya casi sacaba mi cajita de recuerdos, pa mostrarle las fotos y toda la cosa). Al parecer nos vieron cara de traficantes de algo, yo dije ahh, ya sé, vieja y con niños y un chingo de maletas, habrán pensado que voy a cruzar algo ilegal o qué se yo. Pues pa' pronto que nos dijeron "hagase pa'lla" y que comienzan a abrir todo... uta no puede ser dije yo. Se acerca uno de los agentes y me pregunta "¿si le ahorra espacio usar esas bolsas?" (refiriéndose a las space bags al vacío que usé para empacar todas nuestras garras), "sí, porque si las abren no van a caber otra vez en las maletas y necesito una aspiradora para poder comprimirlas de nuevo"... "ah ok". Fiuf, me libré de que alborotaran mis empacados. Bueno, pues después de un rato volvieron a cerrar maletas, las subieron al carro y se metieron a la oficina, sin decir ni agua va. Tuvimos que asumir que había que entrar a la oficina, pasar a ventanilla y hacer el pago... y así fue. Iñaki e Iker ya comenzaban a desesperarse, yo les decía "aquí hay que portarse muy bien porque luego vienen los policías y nos regañan" a lo que Iker contestaba "no! icia no!" e Iñakito, más consciente me decía "si mami, me porto bien"... entró un agente y mi hijo muy bien portado se acercó y dijo "hello"... ya comenzaba a practicar su inglés. Esperamos en una salita que tenía cámaras de vigilancia y le dije a Iñaki "mira hijo, por ahí nos están viendo, hay que portarnos bien" (fue una estrategia chafa para controlar a mis hijos que estaban como loquitos gritando y corriendo en esa oficinita de 3x2... aunque la verdad sí pensé que me estaban vigilando y me dije "si les grito a mis hijos una de dos, o van a pensar que no soy su mamá y sí soy una dealer que alquiló niños pa cruzar cosas ilegales, o van a pensar que soy una mamá histérica y que necesito anger management y me enviarán un citatorio pa'la corte gringa y no me dejarán viajar y me quitarán la visa y pa'tras los fielders"... todo esó pasó por mi mente en los primeros 5 minutos que estuvimos ahí encerrados... que horror). Cuando ya subíamos al carro le dije a mi compadre, fiuf... no me quitaron mis dos quilos de machaca y mis dos barras de chocolate abuelita que iban escondidos entre mis pantalones... (me sentí un poquito ilegal, porque les dije que no llevaba nada de comida y bueno, no es comida... es snack jeje). Eran las 2:40 PM cuando por fin salimos de ahí, esos aduanales de Donna Texas se nota que no tienen nada qué hacer y para entretenerse se la pasan averiguando a la gente... no les recomiendo que pasen por ahí si llevan 8 piezas de equipaje, es muy tedioso. De ahí directo al hotel, en la esquina de la 10 y la 83... pero a un lado estaba un Whataburguer así que con todo y maletas: a comer. Iñaki dando mil vueltas por todo el lugar, mami, yo me quiero servir el jugo, mami, quiero catsup, mami esto, mami lo otro y el Ikercito dormidito en mis brazos me dejó comer tranquila. De ratito despertó y le di tiritas de pollo que se convirtieron en "flying chicken strips" porque Iker en su estado modorro y malhumorado las mando al carajo y a volar a la mesa de al lado... "sorry, sorry" no me quedó de otra. Hasta ahí todo relativamente bajo control, eran casi las 4 de la tarde. El hotel estaba a un lado, pero no nos habíamos dado cuenta, así que al estilo de las películas de Chevy Chase, fuimos a darle tooooda la vuelta al a 83 hasta el siguiente retorno para venir a dar a donde mismo muajaja. Ya instalados, mi compadre se fue a hacer unas compras y yo me quedé en el hotel a descansar un rato... bañé a los niños, reacomodé unas cosas en la maleta y como a las 8:30 con mi listita en mano, fuimos a Walmart por pañales y tenis para Iker, cenamos otra vez en las burguers para no volver a mover a los niños en el carro... no me encantaba la idea, pero era lo más práctico. Me bañé, alisté la ropa para los tres, volví a revisar los documentos de viaje y ahora sí, a dormir, que al día siguiente nos esperaba un largo día.
Domingo 18 de diciembre. Desperté a tiempo, 6:30 y ya estaba vistiendo a los niños, que estaban dormidos como un tronco. Poquito
antes de las 7 Picoit ya estaba en la habitación para llevarse las maletas. Yo llevé a los niños a desayunar, había que empacarle bien a la pancita porque sería un largo día. Mis últimos frijolitos, huevito con chorizo y jugo. Los niños medio comieron unos waffles, pero sin muchas ganas, generalmente no desayunan tan temprano. Ya era hora, vámonos al aeropuerto. Llegamos de volada y a bajar maletas se ha dicho. Mi compadre, a quien no le terminaré de agradecer nunca, se hechó todas las vueltas, yo sólo bajé a los niños y una maleta, del resto se encargó él. No había gente haciendo fila, pero yo no podía aún hacer el registro porque tenía que revisar el peso de mi equipaje... "excuse me, what's the max allowed weight per bag?"... a lo que me contestaron "I guess 50 lbs." Bien, había que ajustarse a las 50 libras por pieza y yo estaba muy confiada en que no habría problema. Subimos la primer maleta y zaz, 56. Bueno, dije yo, le voy a sacar los cuentos de mis hijos, ni hablar, ya les contaré otras historias al llegar a Inglaterra... quitando los libros daba a 52 (así la voy a dejar, chance y pasa). Siguiente maleta: 62... a la fregada, ¿y ahora?... a sacar madres... y fuera más libros y fuera ropa de verano... y fuera chamarra de piel y así comenzamos a sacar cosas de una y otra y otra. De las 6 maletas registradas, sólo UNA no excedía el peso permitido... había que tomar la decisión y cortar peso... y se quedaron todas las estaciones de Thomas (y ya que llegamos a York me di cuenta que también, sin querer, que quedaron la mayoría de los monitos de Ben 10 con los que Iñaki juega casi todo el tiempo). Fue angustiante, veía como llegaba la gente a registrarse, se hizo una larga fila, Iker estaba gritando y llorando (tenía mucho sueño) no me dejaba acomodar las maletas... Iñaki se portó bastante bien, sólo de repente se metía en donde la gente pesa sus maletas y el personal de la aerolínea le llamaba la atención porque les estorbaba y yo con la pena iba y decía "sorry about that" y le seguía acá. Manuel fue de muchísima ayuda porque es muy práctico y me ayudó a sacar cosas sin pensar mucho y a retacar maletas para acomodar las cosas lo más pronto posible, porque ya llevábamos como una hora en ese asunto. Bueno, estamos listos, 6 maletas para documentar y dos para llevar conmigo. En ese momento, Iker ya se había quedado medio dormido, de rodillas en el piso donde había estado haciendo su berrinche... me sentí la peor mamá del mundo. Abrimos la carreola y ahí lo acomodé, luego me acerqué para hacer el registro, ya no había nadie, fuimos los últimos pasajeros... pasaron las 6 maletas y me dieron los pases de abordar, la buena noticia: ya no era necesario volver a registrar maletas en ningún otro aeropuerto, las vería hasta Manchester, fiuf. Mi compadre nos acompañó hasta el punto de revisión de seguridad, donde tuvimos que sacar a Iker de la carreola para doblarla y pasarla por los rayos X, junto con la pañalera, las dos maletas, mis zapatos y la mochilita de Iñaki. Me regañaron porque no había sacado las bocinas del Ipod de la pañalera, uta... yo qué iba a saber, retacharon las cosas, saqué las bocinas y me siguieron echando tierra porque no la saqué de su funda, que "next time it has to come out completly"... andale pues, tu dale porque se me hace tarde para el vuelo. El aeropuerto de McAllen es super pequeño, quizá tiene 5 salitas de abordar y están todas juntas, así que en cuatro pasos ya habíamos llegado a nuestro lugar de abordaje y ya habían comenzado... decidimos entrar hasta el final porque resulta que las dos maletitas que yo llevaba de mano pesaban aprox. 10 kilos cada una, mas la pañalera y los niños, me iba a hacer bolas. Las sobrecargo me vieron con cara de "what the fuck" y muy apuradas me ayudaron con las maletas grandes, la carreola la entregué antes de abordar y a los niños los llevaba como rebaño acarreado con un palito, "anden niños, vamos de prisa porque ya se va el avión"... nos asignaron la fila 32, así que pasamos por toooodo el avión y le di uno que otro zape a alguno con mi pañalerota... así como en un sketch de comedia barata. Por fin nos sentamos, apenas alcancé a ponerle el cinturón a los niños y comenzó a moverse el avión... vuelo numero 1: la libramos. El vuelo transcurrió de manera normal, los niños iban emocionados con el vuelo, viendo las nubes y picándole al botón de la luz y girando la salida del aire...cuando descubrieron que había mesas de servicio los pude mantener sentados un buen rato, haciendo viboritas con plastilina y jugando a imaginar que eramos alienígenas se nos pasaron los 90 minutos del vuelo. En el aterrizaje Iñaki comenzó a gritar como loquito, porque le dolían los oídos, saqué unas gomitas que había comprado y se pusieron a masticar, lo que les ayudó un ratito, pero de a buenas que nuestra vecina de la fila de adelante traía un chicle y le ayudó a mi chaparro a calmar la molestia. Habíamos llegado al aeropuerto de Dallas. Esperamos a que bajaran todos los pasajeros para no andar con prisas, sabía que cargar con mi chiverío sería algo caótico. A la puerta del avión nos esperaba nuestra carreola, que se convirtió en mula de carga. Iker lloró y berreó porque no quería ir sentado, pero no había opción y después de un round y ante la mirada de susto de los empleados de la aerolínea que parecían estar presenciando un exorcismo, amarré a mi chamaco, colgué la pañalera, le amarré a Iñaki su arnés de mochila de changuito que tiene una colita que se amarra a mi muñeca y él me ayudó a empujar el lado derecho de la carreola, mientras que yo empujaba el lado izquierdo con una mano y con la otra jalaba la maleta de rueditas que llevaba encima la mochila en forma de cilindro (que no sé que tantas madres le puse porque pesaba un chingo). Listos... ¡vámonos! La fuerza de Iñaki al empujar no era la misma que yo aplicaba, así que tenía que controlar con una mano la carreola para que no se fuera chueca... además de que a mi pequeño a veces se le "olvidaba" empujar y me la llevaba yo solita. Habíamos aterrizado en la sala B9 y teníamos que abordar en la A33, no quedaba lejos, así que agarramos paso tranquilo y nos fuimos directo, ni siquiera había que tomar el tren que lleva de una terminal a otra... a eso le tenía un poco de miedo y no fue necesario. Llegamos a la sala, identificamos que ahí era la salida y ahora sí, "¿Iñaki, quieres hacer pipí?"... "¡sí mami, pipi pipi pipi!" y fuimos los tres en bola... fue medio complicadito entrar los tres en uno, me tuvo que valer y dejé las maletas afuera de la puerta del pipis que elegimos, si se las llevaban ni modo, yo tenía conmigo los documentos de viaje, lo demás eran chivas. Lo bueno es que nos topamos con pura gente decente, porque no pasó nada. La lavada de manos fue un show, terminé toda mojada, porque mis pequeños querubines se pusieron a pelear en pleno lavabo y terminó aquello hecho un mugrero... ups. "Tengo hambre mami", así que a buscar comida... y nunca falta el típico McDonalds de aeropuerto, que estaba frente a la sala A25 así que allá vamos por unos pedorros nugguets de pollo... que terminaron en el suelo luego de que Iker se puso a hacer berrinche porque en la cajita feliz que les compré venían dos personajes de Alvin y las ardillas y él quería el que había agarrado Iñaki y en su coraje... zaz que salen volando los "flying chicken nuggets" "$#"$&$% ay hijitos"; ni modo, se quedan sin comer, por estar peleando... y así fue que nos regresamos a la A33 y llegamos justo a la hora que estaba marcada para abordar. Ya había una fila, así que me dije a mi misma, "ya estás aquí, tranquila". Pasaron dos y cuatro y diez minutos y nada que llamaban para abordar, así creo que fueron unos 15 minutos cuando finalmente dijeron "pasajeros con destino a Baltimore, se les informa que su vuelo saldrá de una sala diferente, favor de dirigirse a bla bla bla... " me quedé helada y dije "ah carajo, ¿cómo que Baltimore?" me acerqué y pregunté "excuse me, isn't this the gate for the flight to Chicago?" y que me contesta "ese vuelo cambió de sala, ahora saldrá de la A39". WHAT THE FUCK!! a la de una, a la de dos y a la de tres... CORRE IÑAKI, vámonos... ¡no es aquí!!!... "mami, esperaaaa... ¿son unas carreritas?"... "si mi amor y tenemos que correr bien rápido, vamos" y en friega que nos arrancamos mi chaparro y yo... Iker en la carreola, que llevaba con mi mano izquierda, los 20 kilos de equipaje que iba arrastrando con la otra mano y echándole un ojo a Iñakito para que no se me fuera a quedar atrás. Llegamos a la A39 y estaba pasando el último en la fila... mega fiuf. Nos vieron de nuevo con cara de "ay goey... señora trae usté muchas chivas" Me dijeron que mi maleta de rueditas era muy bromosa y que no cabría en los compartimentos de este avión, así que se la quedaron ellos y me dieron un comprobante... bajé a Iker de la carreola y se la llevaron también... mi chamaco estaba llore y llore porque una señorita de la aerolínea lo quiso cargar para ayudarme a llegar más rápido al avión, así que mejor me ayudó con la otra maleta y así fue con subí con niño llorón en brazos y mi chaparro Iñaki todo agitado y sudado. La sobrecargo en la entrada del avión muy sonriente y amable nos recibió, mis hijos ya más tranquilos en ese punto se asomaron a la cabina del piloto, que estaba abierta, y la sonriente señorita nos sugirió "¿quieren tomarse una foto?, ¡vámos, ponganse ahí para que mami les tome una foto!" (ah, porque aparte de todo, llevaba al cuello mi Nikon en su bromoso estuche de fotógrafo de Natoional Geographic)... el piloto muy amable hasta se ofreció a cargar a Iker. Iñaki ni tardo ni perezoso agarró el gorro del capitán y volteó pronto a la cámara para sonreír... yo lo que quería era llegar ya a la fila 13 y sentarnos, me sentía un poco adolorida. "Thanks a lot", guardé mi cámara, agarré a mis chaparros y avanzamos. Iker se instaló en la fila 8 y no había poder humano que lo moviera de ahí, una pareja en la fila 9 me dijo "don't worry, we'll keep an eye on him"... "thanks, I guess I'll write a book about traveling with kids, the truth about traveling with kids" y nos sonreimos mutuamente, fue como un ejercicio de confianza. La pareja del otro lado del pasillo dijo "don't worry, we know what it is like", así que me sentí un poco más aliviada, no era la primera ni la única. Tuve que avanzar otras 5 filas, dejar a Iñaki y regresar por mi chaparrito gruñón. Como éste era un avión más pequeño, a Iker y a mi nos asignaron juntos, a Iñaki le tocó en la misma fila, pero pasando el pasillo... al lado de una viejita. La peleadera por la ventana (en donde se había instalado Iker) no se dejó esperar, "ay no por favor hijos, no griten" dije yo y aunque nadie parecía entender el español, la mujer que iba sentada detrás de mi captó de qué se trataba la discusión y me dijo que el asiento a su lado iba disponible y que Iñaki podía sentarse ahí. Así le hicimos y después de no sé cuántas recomendaciones e instrucciones a Iñaki de no quitarse el cinturón, regresé a estar al pendiente de Iker, ponerle su cinturón y alistarnos para el despegue. No paso mucho tiempo cuando las sobrecargo me vinieron a decir que Iñaki debía volver al lugar originalmente asignado porque estando detrás de mí no iba a ser posible que le diera asistencia en caso de una emergencia, ya saben, esos rollos de "pongase la mascara de oxígeno y luego póngasela a los menores". Le expliqué a Iñaki y no de muy buena gana se vino a sentar al lado de la viejita. Como todo niño, comenzó a patear y pegaba en el asiento de adelante, que iba acupado por un hombre de aproximadamente 1.90 de alto, malencarado y que volteaba hacia atrás cada vez que mi hijo pateaba el asiento... "Iñaki, el señor ya se enojó, deja de dar patadas y ponte a jugar con tu Leapster"... se entretuvo un ratito nada más... luego Iker, que quería brincar y brincar en su asiento, me pidió que lo cargara y así en mis brazos cayó dormido. Aproveché la situación para decirle a Iñaki que se cambiara al asiento junto a mí y así nos fuimos el resto del camino hasta que aterrizamos en Chicago. Al llegar a la terminal esperamos a que bajaran todos los pasajeros. Ya sólo quedaban las sobrecargos, una de ellas por cierto bastánte mal humorada que le apodamos "la bruja". "Pase usted primero" le dije "me voy a tardar un ratito" (entiéndase que ahora tenía que cargar pañalera pesada y bajar del compartimento la maleta de 10 kilos, con un bebé dormido de 13 kilos a cuestas)... tardó en reaccionar, pero finalmente y de malaa gana me ayudó a bajar la maleta diciendo "no nos podemos bajar hasta que todos los pasajeros hayan salido, así es que apúrese"... insisto BRUJA. Así pues bajamos, al salir del avión nos esperaba nuestra amada carreola que fue más que una carga una ayuda en esos momentos... nos ayudaron a armarla, acosté a Iker, trepé la pañalera, amarré a Iñaki, la misma operación que antes, sólo que ahora no traía mi maleta de rueditas, sólo la pesada maleta que ahora opté por colgar de la carreola (sólo porque las carreolas no hablan no dijo nada, pero el rechinido de las llantitas era como un... "¡pos qué tánto le echaste a esta bolsa mujer!"). Salimos del tunel que va del avión a la sala de abordar y esperaba encontrar ahí mi maleta de rueditas... "disculpe, en Dallas registraron mis maleta de mano porque me dijeron que no cabría en los compartimentos, ¿en dónde me la van a entregar?"... "permítame su comprobante", me dijo la empleada de la aerolínea... observó el papelito y con cara de sorpresa me preguntó "¿cuál es su destino final?"... "Manchester", contesté... "oh no, su maleta fue registrada para ser entregada aquí en Chicago O'Hare... tendrá que salir de la terminal, ir por su maleta y volver a pasar por el punto de revisión de seguridad para entrar de nuevo a las salas de abordar"... WHAT???? NOOO, I CAN'T DO THAT" nuestro vuelo salía a las 6 PM, eran las 4:10 y también tenía que darle de comer a los niños, parada técnica en el baño y estar a las 5:30 en la sala de abordar, ni de chiste iba a lograr hacer esa vuelta en tan poco tiempo y a paso tortuga con mis dos niños, carreola y maleta. La señora me volteó a ver con cara de "no es mi problema" y sólo le contesté "They have just screwed my flight". Agarré mi comprobante y me fui caminando lo más rápido posible hacia la salida rumbo al reclamo de equipaje. Al llegar a las escaleras de salida le pregunté a los guardias que ahí estaban "disculpe, ¿como cuánto tiempo toma pasar por el punto de seguridad y regresar aquí?"... "con las filas que hay ahorita, un poco más de una hora"... WHAAAT????? ay no, ahí si comencé a sudar, quería llorar de coraje, me sentía aturdida y volteaba a todas partes y no sabía qué hacer... les expliqué la situación y su solución fue "ponga un reporte de extravío en la aerolínea y ellos se encargarán de que la maleta llegue a su destino final"... (aparte esa maleta no tenía ni mi nombre ni mis datos, porque la traía conmigo... sólo tenía la etiqueta que le habían puesto al abordar en Dallas). "Pues sí, pero mi destino final y el destino final del vuelo no son el mismo... además esa maleta traía una carga muy especial, tenía que llevarla conmigo," ... "well, it's up to you... if you cross this line you will have to go through security to come back and you may not make it on time to take your flight, maybe you can take the following flight" (pequeño detalle que el próximo vuelo es hasta el día siguiente). ¿Se pueden imaginar la situación?, ¿qué hubieran hecho? Tic, tac, tic, tac... tenía que tomar una decisión, y pronto.
Si me salía para ir por la maleta era arriesgar demasiado, además no tendría manera de avisarle a mi amore en caso de que perdiera el vuelo... y luego, lo perdería por mi culpa y tendría que pagar taxi, hotel y un rollote más. Si dejaba ahí la maleta, la carga era muy especial, ¿qué tal si no llegaba a tiempo?... pensé, lo peor que puede pasar es que reponga todo de último minuto, pero perder el vuelo no era opción (y para mi obstinación tampoco era opción dejar la maleta)... así que opte por irnos hacia nuestra sala de abordar, la K8. Llegamos corriendo, otra vez jugando carreritas y ahora Iñaki se iba barriendo como haciendo "safe en home" a cada rato y la gente lo veía, me veía a mi como loca empujando la carreola y volteando a ver a mi chaparro diciendo "vamos Iñaki, a que tu me ganas, vamos de prisa!!!" Al llegar a la sala K8 encontramos un montón de pasajeros, algunos incluso dormidos en el piso, bien estilo europeo... ahí supe que estábamos en un vuelo pa'cruzar al otro lado del océano. En el counter no había nadie de la aerolínea, así que ni cómo hacerle... me regresé rumbo a la salida, pasando por la sala K5 vi a un par de señoritas de la misma aerolínea platicando muy amenamente y dije, "voy a preguntarles". Me acerqué con mis ojos de Remi y mis dos chiquillos, les expliqué que en Dallas me habían quitado una maleta de mano y no me la habían entregado al llegar aquí, pasamos de nuevo por el show de "let me see the ticket" y vieron que estaba registrada hasta Chicago... les dije que tenía que tomar el vuelo de las 6PM rumbo a Manchester y que de ahí tenía que tomar un tren porque mi destino final era York... "¿qué hay en York que quiera usted ir hasta alla?" me preguntó una de las chica s con un marcado acento británico... "mi esposo está allá, está estudiando su doctorado y vamos a alcanzarlo... traigo 8 maletas con todas nuestras pertenencias, dejé mi trabajo de toda la vida como maestra en una Universidad en México para apoyarlo y la maleta que está aquí atorada "is Santa's special bag." En ese momento sus ojos se abrieron al doble, con boca abierta en señal de sorpresa tomó el teléfono y me dijo "vamos a ver qué podemos hacer". Hizo un par de llamadas, la intensión era que uno de los chicos que lleva a las personas en silla de ruedas nos acompañara hasta el punto de reclamo de equipaje y nos trajera de regreso por el área de seguridad sin tener que hacer todo el trámite... pero después de dimes y diretes el chico le dijo que no iba a ser posible que nos dejaran entrar sin pasar por todo el proceso de revisión. Me preguntaron por la descripción de la maleta, no tenía nombre así que les tuve que decir, es una maleta negra, dos ruedas, 20", Kenneth Cole... y si la abren está llena de eso que les dije. "Mami, mami, quiero hacer pipí", decía Iñaki mientras yo trataba de seguir el hilo de lo que sucedía entre llamadas telefónicas y por la radiofrecuencia. "No me tardo, llevo al niño al baño y regreso"... y en 5 minutos ya estabamos de vuelta. "No se puede , vamos a ver otra opción..." y tomó el teléfono, habló con no sé quién y le explicó la situación, lo mismo, lo mismo, lo mismo... pero esta vez, con cara de hacer travesuras, la chica le propuso a quien estaba del otro lado de la línea que sacaran la maleta de ahí, argumentando que ellos por error la habían puesto en esa banda, que la llevaran a mi avión y le pusieran una etiqueta encima de la que ya traía pero que dijera "destino final MAN"... y todo parecía indicar que así sería. La chica me vio con una sonrisa y me dijo, "we've sorted it out, our way" me sugirió que estuviera al pendiente en la sala K8 en caso de que me tuvieran que contactar para cualquier pregunta. Le agradecí con una sonrisa de alivio y un fuerte apretón de mano y le dije "have a fantastic Xmas... you are now officially Santa's helper". Así ya más tranquila fui a nuestra sala, que casualmente estaba justo a un lado de.... ¡así es, McDonald's! (ya las alucinaba, pero era lo más práctico porque el resto eran restaurantitos tipo Chili's y con mis chamacos y mis chivas implicaba una logistica que no podía manejar). Compré un café, el primero que tomaba en el día... lo iba a necesitar, para los niños sus lechitas y más pollito. Regresamos a K8 y de ahí no me moví. De repente me cruzó por la cabeza que la maleta no era negra, sino gris obscuro... así que allá voy de vuelta a hablar, pero esta vez con el señor del K8 que se parecía a Santa sin barba. Ooootra vez a explicar la historia, le dije "please be nice and be Santa's helper, I need to confirm that my bag has been sent to this flight"... me pidió que le dejara el comprobante de la maleta y de una vez le pusieron la etiqueta a la carreola, con una sonrisa y una amabilidad que no me había topado en los aeropuertos anteriores, me dijo "we'll do our best to help Papa Noel" Iñaki, Iker y yo nos sentamos en el suelo, ahí jugamos un poco, ellos corrían en círculos mientras yo me tomaba mi café y de vez en cuando me tenía que arrancar corriendo detrás de Iker que se perfilaba a otras salas de abordar. Unos minutos después se acercó el señor de la aeorlínea y me dijo "le confirmo que su maleta ya está en este vuelo"... le lancé un beso y desde el suelo extendí mi mano para tomar mi comprobante de la maleta, también me dijo que nos permitirían abordar con el grupo de los VIP, para que no batallara tanto y ellos me ayudarían. Bueno, todo parecía como de Hollywood... así bien rosita. Anunciaron un retraso de 30 minutos a nuestra partida, pero ya con todo me parecía bien estar otro ratito ahí corriendo y estirando la pierna a gusto. Llegó la hora de abordar, subimos nuestras chivas sin problema y sin correr... nos tocó que al lado iba una familia con tres niños, más grandes que los míos y más ruidosos e inquietos, así que la atención de los pasajeros molestos se enfocó en ellos y no en mis hijos. La sobrecargo que nos tocó resulta que hablaba muy fluido el español y por fin Iñaki pudo decir "tengo sed, quiero agua" y muy amablemente le trajo un botecito de agua a uno y lechita al otro. Me pareció una eternidad esperar a que arrancara el vuelo, pero cuando por fin sucedió pensé... ya es el último tirón, ya vamos para allá amore. Iker se puso inquieto, no quería ir sentado con el cinturón... Iñaki feliz viendo por la ventana, yo con los pies adoloridos, pero contenta de ya estar en el último avión. Comenzaron a pasar la peli de Cars 2 y pensé que a Iker le iba a entretener, pero no, él lo que quería era prender y apagar la luz que estaba arriba de su asiento. Iñaki cayó dormido como a los 30 minutos de haber iniciado el vuelo, esto pintaba para ser una chulada de trayecto... "ahorita cae Iker, ahorita cae" me decía yo... y así se pasó toda la peli de Cars 2, luego pasaron unas series de comedia, luego apagaron las luces, luego comenzó otra película de no sé qué fregados y el Iker seguía como chapulín y cada vez que yo trataba de sentarlo y arrullarlo gritaba como histérico. Eran las 11 de lo noche de nuestro horario, apenas ibamos sobrevolando la última colita de Canadá antes de volar por encima del Atlántico y este chamaco canijo no tenía trazas de querer dormir. Lo agarré con fuerza para que se estuviera quieto y me dio una tremenda mordida que aún tengo el moretón marcado. "Ya mero cae, ya mero cae..." y nada que caía el canijo... luego Iñaki despertó con su "tengo hambre mami"... shh shhhh shhhh duermete mi amor, ya casi llegamos.... y nada que el maldito monitor que marcaba el avance del vuelo nos tenía aún muy cerquita de Canadá. Me pareció la noche más eterna que pudiera recordar. Quería dormir, mis piernas engarrotadas me dolían, Iker no dejaba de brincar en el asiento y luego me dieron ganas de ir al baño... y allá voy, cargada con mis dos chamacos... a Iñaki lo dejé afuerita de la puerta y entré con todo e Iker a hacer pis al mini-baño del avión, cuando salí Iñaki quiso entrar y le ayudé... luego los dos pidieron lechita y la sobrecargo que hablaba español los escuchó y nos trajo dos vasitos de leche tibia. No se durmieron pero al menos se aplacaron un poco. Cuando el monitor marcaba que faltaba una hora para llegar a Manchester Iker finalmente cayó dormido. Eran las 12 de la noche en México. Pude pestañear unos minutos cuando comenzaron a servir el desayuno. Eran las 6:30 AM en Inglaterra y el aterrizaje se haría no sólo a tiempo, sino con 10 minutos de anticipación. Por fin llegaríamos y podría descansar un ratito. Comimos un poco, Iker seguía dormido e Iñaki quiso guardar la mitad de sus provisiones para llevarlas como regalo sorpresa para su papi. Se asomó por la ventana, se veían las luces de Liverpool y asombrado decía "wow mami, nunca había visto una ciudad tan grande en mi vida"... nótese la emoción y la falta de vuelos nocturnos de mi pequeño. Al aterrizar en el aeropuerto de Manchester Iñaki me dijo "mami, estoy orgulloso, lo logramos... ¡y no nos hundimos en el mar mami, no chocamos!"... pobrecito de mi niño, no había caído en cuenta de que eso de leer los trípticos de seguridad en el avión (que hizo en los primeros dos vuelos y repasó como un millón de veces qué hacer en caso de un acuatizaje) le hubieran causado tanta angustia. Los dos nos vimos con una gran sonrisa y en cuanto el avión se detuvo y todos los pasajeros bajaron, comenzamos a movernos, ¡llegamos al país de Harry Potter! Estaba nuestra fiel carreola esperándonos, subimos a Iker, nos fuimos detrás de todos rumbo a migración, pero antes una parada técnica en le baño. Rapidito rapidito regresamos a migración. Llego yo muy feliz con las formas que me habían dado en el avión, las llené y cuando nos preguntó la señorita de migración "cuál será su dirección en Inglaterra"... le dije, "ahí le puse Heslington, York"... "necesito una dirección completa"... "ah pues no me la sé"... ya con tono de voz molesto me dijo "¿cómo puede usted venir al Reino Unido y no saber su dirección"... le expliqué que ibamos con mi esposo, que era estudiante en la Universidad de York y le había sido asignada una casa de la Universidad recientemente, que por eso no me sabía la dirección de memoria... "no importa cuándo comenzó a vivir en esa dirección, para poder entrar deberá proporcionar la dirección exacta, o de lo contrario no le podré permitir en ingreso al país"... ayyy noooo otra vez y cómo no se me ocurrió apuntarla en un méndigo papelito, $%"#$&. "¿Dónde está su esposo?"... me está esperando aquí afuera, puedo ir a preguntarle... "no, llámele por teléfono y pregúntele la dirección"... (para esto, Ru me había pasado el celular de Zoe, su housemate que lo iba a acompañar al aeropuerto esa mañana, entonces ahí lo podía encontrar)... "ah sí, con gusto le llamo, me puede indicar ¿en dónde están los teléfonos?"... "aquí no hay teléfonos, deberá usar el suyo"... "no tengo teléfono" y más molesta pareció... entonces pregunté "¿hay conexión Wi-Fi?... "me imagino que sí, la conexión del aeropuerto"...me vió con cara de querer colgarme y que para pronto saco mi ipod, busco señal y sí la captó... de volada entré a mi mail, busqué los últimos correos que había enviado al departamento de educación en el UK pidiendo un lugar para Iñaki, ahí había escrito la direccción completa... la mujer se impacientaba y yo estaba muy nerviosa buscando desesperada en el aparatito ese hasta que por fin... encontré la bendita dirección y la apunté en los formatos"... pum pum pum, tres sellos en los pasaportes: "Welcome to the UK". Sudé en frío y comencé a caminar junto con mis pequeños rumbo a las bandas donde se recoge el equipaque... ya más aliviada y con gran felicidad publiqué en el estatus de mi FB "Ya estamos en Manchester". Bajamos por el elevador y logré ver tres de nuestras maletas a un lado de la banda... un poco más allá estaba la famosa maletita extraviada y... y... ¿las otras tres? Excuse me, me acerqué a una persona que estaba hablando por radio ahí, "¿en dónde puedo encontrar las otras malestas que llegaron del vuelo AAL54? "Ya son todas, no queda nada más"..."oiga, pero si yo registré seis, no tres y esa otra también es mía"... "permítame su comprobante de equipajes"... revisó en el sistema y me dijo "aquí dice que no registró nada de equipaje"... WHAAAATT???? ayyy nooo nooo noooo y mil veces no. ¿De qué se trata este viajecito y las maletas?, me preguntaba... "dejeme reviso", me comentó... y en eso gritó con acento de Billy Elliot... "Billyyyyyy, r theeee any moooo baaaaags leeeftt???" y salió el tal Billy, un senor de unos 50 años, murmurando no sé qué tanto en un fuerte acento Mancunian (de Manchester) "nop, nada... y el señor que nos estaba atendiendo nos dijo " ahorita no le puedo ayudar porque viene llegando un vuelo de Nueva York, por favor llene una forma de reclamo"... uuta no. Lo bueno fue que Billy no se deja vencer a la primera y fue a revisar al "backstage" de las maletas y ahí encontró otras 5... entre ellas mis tres maletas perdidas... y Billy fue tan tan amable que me consiguió tres carritos, trepó todas mis maletas en los tres, yo me llevé un carrito y él los otros dos y así me despachó en la puerta donde uno sale a que lo reciba la comitiva de bienvenida. Ni gracias le pude decir a Billy porque se fue de volada... y al salir esperaba ver a Rubén al mero estilo de la escena con la que comienza la película de Love Actually (en el aeropuerto de Heathrow)... y volteaba yo para un lado y volteaba yo para el otro y de Ru ni sus luces. Una señora se ofreció amablemente a ayudarme a orillar los carritos, porque Billy me dejó ahí luego luego en la salida y no dejaba yo pasar a otras personas. Nos acomodamos en un ladito, Iker bien dormido e Iñaki preguntando "¿y mi papi, dónde está? Ups... yo creo que se perdió mami".. mi niño no entendía por qué papá no estaba ahí y le expliqué que a veces había muchos carros afuera y la gente no podía llegar a tiempo... en fin, ese momento de película romántica se aguitó y estuvimos mis niños, las maletas y yo parados esperando como por 15 minutos... ya hasta quería sentarme en el piso, pero estaba helado helado... en una de esas veces que giré hacia mi izquierda vi una inconfundible bufanda de colores y un llamativo rompevientos amarillo... "mira Iñaki, ¿quién viene ahí?... corre mi amor!... y en cuanto vio a su papi salió corriendo a abrazarlo y a lanzarse a su cuello... vi a Ru y sus ojos se llenaron de lágrimas y las mías no se dejaron esperar... por fin, estábamos juntos otra vez.
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