Life can only be understood backwards, but it must be lived forward.
Soren Kierkegaard (1813-1855)

Sunday, 26 June 2011

El Reencuentro

Por allá del año 84, una monjita llamada Sor Silvia me enseñó a tocar la guitarra. Desde niña me encantó la música y aunque en mi casa decían que mi hermana cantaba más entonada, nadie me quitaba las ganas de berrear a todo pulmón en cada ocasión posible. Como en aquel entonces no se conocía el concepto del karaoke, la única oportunidad de cantar frecuentemente era entrando a un coro de iglesia y sucedió que por el año del 93 me animé a cantar a capela y solita en la misa con niños de la naciente Parroquia de Jesús Nazareno. Eso fue en mis tiempos post-Londres, cuando la seguridad era un nuevo concepto en mi vida, había pasado ya la etapa de niña tímida y "ranchera" que no hablaba en público y le temblaba la voz cuando pasaba a exponer en clase porque le daba penita. Vi la necesidad y hablé con el párroco, quien aceptó con gusto que yo empezara a animar la misa de los niños. No había ni de dónde echar mano, así que entre los cantos que ya se sabía la comunidad y otros tantos que recordaba yo de mi tiempo de salesiana hicimos un repertorio.Sucede que en una de esas tantas misas se acercó una pareja, ellos habían ido en varias ocasiones a esa misa y habían notado que cantaba solita, así que él ofreció tocar la guitarra y ella el pandero. ¡Genial!, ya va a ser una verdadera animación. Al poco tiempo, una pareja con un pequeño de unos 3 años se acercó y ella ofreció tocar la mandolina... ¡bien, ya somos más! Luego se agregó otra guitarra, un requinto fantástico y hasta un bajo (que resultó ser miembro del ensamble del Tec y muy estudioso de la música).  Un grupo de chicos y yo fuimos a varios "encuentros" de misa con niños, para sacar ideas o cantos nuevos, escuchaba y escribía la letra y memorizaba la melodía, luego la ensayábamos y la gente comenzaba a preguntar dónde podían conseguir las letras para seguir los cantos en misa. Fue así que me di a la tarea de hacer un cantoral, creo que fueron más de 150 cantos los que se reunieron y sacamos 300 copias (hace un par de días, buscando un documento que traigo perdido, encontré el original, ya con sus hojas medio amarillentas, fechado 1995). Sobra decir que se vendieron como pan caliente y era fantástico ver a las familias llegar con sus cantorales en mano, muy pendientes de seguir los cantos y participar.  Fueron años maravillosos de alegrar la misa con niños que se llenaba a reventar y que hacía que papás y niños cantaran, brincaran y de ese modo vivieran su encuentro con Dios. Era tan alegre ese ambiente que la gente NO SE IBA al final de la misa, se quedaban siempre pidiendo dos o tres cantos más y nosotros felices de quedarnos y seguir en el relajo. Nunca en mi vida sentí más cerca una conexión con un ser supremo. Algo que aún no entiendo cómo sucedío fue que el Padre nos permitía "parafrasear" el evangelio para hacerlo más fácil de entender a los niños y ahí me tienen, cambiando las palabras de los evangelios para que parecieran más bien cuentos infantiles... que bizarro, pienso ahora. Por otra parte me resultaba extraño que algunas mamás vinieran conmigo y me dijeran frente a sus hijos "¿verdad Mariana que es muy importante que fulanit@ haga bien su tarea o que se porte bien?" y yo me echaba el speach de "oh si, debemos ser responsables y amigos de Jesús etc. etc." La gente me saludaba por mi nombre y yo sólo sonreía, no sabía sus nombres pero reconocía sus rostros... era también un GRAN compromiso, ni chance de "portarme mal" porque alguien conocido podría estar por ahí cerca always watching. No recuerdo si fueron 6 u 8 años los que pasamos ahí, gente vino, gente se fue, pero los 4 fantásticos del principio seguíamos ahí. Llegaron los hijos (los míos no, los de ellos) y aún así seguía el compromiso... además que nos hicimos grandes amigos, casi hermanos y hasta la fecha conservamos esa entrañable relación que ha ido creciendo por medio de los ahijados (todos somos compadres de todos, es como un inbreed de comadres). En fin, el caso es que así como tuvo un sorpresivo inicio, esta hermosa experiencia también tuvo un sorpresivo final, cuando un grupo de adolescentes quiso estar a cargo y al parecer salimos sobrando. Such is life. Por un par de años cantamos en misa de adultos, pero al poco tiempo me casé, me fui a Inglaterra y no supe más de las actividades en la parroquia, sólo seguía en contacto con mis compadres y todos felices. Resulta que hoy, la hija más pequeña de uno de los 4 fantasticos hizo su primera comunión y for the good old times nos reunimos y cantamos en la misa, usando ese viejo cantoral de 1995, las viejas claves que a lo largo de los años aprendí a tocar, el pandero y todas nuestras ganas. Fue un reencuentro, pero no sólo como coro, sino un reencuentro con mis creencias de antaño, con mi fe de antes, ¡cómo cantarle a Dios si no lo sientes!, me ha hecho ruido y estoy confundida. Seguiré reflexionando. Por lo pronto la experiencia fue linda, todo salió perfecto y fue tal la emoción que transmitimos que una persona se acercó a decirnos que se le salieron las lágrimas de la emoción por los cantos... uff, wow... además de los cumplidos por nuestra contribución, que se agradece... ni parecía que habían pasado 11 años.

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